En sus 48 años dedicados al hipismo fue dueño de caballos, entrenador, veterinario y herrero.  Tuvo que ver con la construcción de tres hipódromos: Ponce (1905), Mayagüez (1909) y el de la Parada 15 en Santurce (1912).  Le decían "Maestro" porque le gustaba transmitir sus conocimientos. 

Fue exaltado al Pabellón de la Fama de Puerto Rico en 1954 y al Salón de la Fama del Hipismo Puertorriqueño en 1985.

Todos los años, en los Premios Camarero, se otorga el "Premio Maestro López" al entrenador que represente mejor su profesión en reconocimiento al hombre que dedico gran parte de su vida al desarrollo del Hipismo Puertorriqueño.